Las
mermeladas son conservas de fruta en azúcar, con origen en la necesidad de
conservarlas cuando no existían neveras ni congeladores; como muchas otras
recetas se han convertido en un alimento esencial por sí solas, además de un
magnífico ingrediente para biscochos y
otros postres.
La mermelada, la
confitura y la compota no son lo mismo. la mermelada se prepara cociendo fruta
troceada que se macera previamente en azúcar. La confitura se obtiene cociendo
fruta, entera o troceada, en almíbar. La compota se prepara cociendo fruta
troceada en un almíbar ligero, que se puede sustituir por vino, y con una
proporción de azúcar variable.
El
azúcar, a partir de cierta concentración, evita el crecimiento de los
microorganismos en los alimentos porque acapara el agua que necesitan para
sobrevivir, por lo tanto, protege la fruta de la podredumbre y del
enmohecimiento.
La
proporción de azúcar que se utiliza es muy alta, entre un 70% y un 100% de
azúcar respecto al peso de la fruta pelada y sin hueso. Debido a la evaporación
del agua durante la cocción la proporción de azúcares que resulta en la
mermelada acabada es aún mayor.
La
fruta y el azúcar forman un gran equipo. Cuando las cocemos juntas obtenemos
una consistencia espesa que la fruta no puede alcanzar por sí sola. La mezcla
gelifica gracias a la pectina de la fruta, la cual forma una especie de
estructura esponjosa que atrapa el agua. La pectina es un azúcar complejo que
se encuentra sobre todo en la piel y en las pepitas de las frutas. Pero para
que se produzca la gelificación de la pectina hacen falta tres cosas:
· Añadir
azúcar en gran cantidad.
· Hervir
la mezcla de fruta y azúcar para concentrarla y evaporar parte del agua.
· Aumentar
la acidez añadiendo zumo de limón.
La
concentración de pectina no es igual en todas las frutas; las manzanas y los
membrillos son conocidos por tener una gran concentración, por lo que gelifican
muy bien y en ocasiones se añaden a mermeladas de otras frutas, como las frutas
rojas, precisamente para ayudar a que cuajen; asimismo se puede cocer la fruta
junto con un atado de pieles y pepitas de manzana, que se retira al acabar la
cocción. También en estos casos se puede ayudar al espesado añadiendo pectina
en polvo.
Pasos para la elaboración de mermeladas
· La
higiene y adoptar ciertas precauciones resulta esencial para una buena
conservación, pero lo que es fundamental para una buena mermelada es usar fruta
de buena calidad y en su punto justo de maduración.
· Las
mermeladas se conservan en potes herméticos, con tapas de rosca o a presión.
Los potes y las tapas se deben
esterilizar previamente, hirviéndolos en agua al menos 20 minutos; pondremos un
paño dentro de la olla, en el fondo, para que los potes no entren en contacto
con el calor directo de la cazuela, que los puede romper. Los sacamos con
cuidado de no quemarnos y los ponemos a escurrir boca abajo sobre un paño
limpio; deben secarse por completo. Hay quien los pone sobre una rejilla en el
horno a baja temperatura. Los aros de goma, que deben ser nuevos, no se
esterilizan, pero se pueden desinfectar con alcohol. Esto para lo potes que los
traen.
· Pesamos la fruta
pelada y sin pepitas, y agregamos del 70% al 100% de su peso en azúcar, según
la fruta sea más o menos ácida. Las frutas más ácidas, como los cítricos,
necesitan más azúcar que otras frutas más dulces, como los melocotones, por
ejemplo. Ojo, porque tampoco un exceso de azúcar es conveniente, pues puede
cristalizar al enfriarse. Agregaremos también por lo menos tres cucharadas de
zumo de limón por kilogramo de fruta. Ponemos todo a calentar en una olla que removeremos de vez en cuando con cuchara
de madera.
· Cocemos
la mermelada de 45 minutos a una hora hasta que alcance el punto de espesado
necesario. En los últimos minutos de cocción iremos espumando la superficie. El
punto se comprueba vertiendo en un plato una cucharadita de la mezcla y esperando
a que enfríe; si se arruga al empujarla con el dedo y no se despega por la
base, o apenas se mueve al inclinar el plato, está en su punto. También lo
podemos medir con un termómetro de almíbar, que deberá marcar 105º-106º. Ojo
porque pasarse de cocción tampoco conviene, que se puede destruir la pectina.
· El
llenado de los potes se realiza en caliente, con sumo cuidado para no quemarse,
inmediatamente después de acabar la cocción. Para mayor comodidad se puede usar
un embudo de mermeladas, pero es posible verter la mermelada directamente de la
olla.
· Llenamos
los potes casi hasta el borde, pues al enfriar la mermelada se contrae
ligeramente. Limpiamos el borde con un papel de cocina húmedo si se hubiera
derramado algo y ajustamos la tapa. Si la tapa es metálica ponemos a enfriar
los potes boca abajo, para evitar la
condensación en la tapa que puede dar lugar a la formación de mohos. Al enfriar
la mermelada en el pote se hará cierto grado de vacío, por lo que al poner los potes
de tapa metálica boca arriba en la tapa
debe apreciarse cierta depresión. En los potes de tapa de vidrio no se aprecia,
claro está.
· Una
vez fríos los potes conviene etiquetarlos con el tipo de mermelada y la fecha
de elaboración. Parece una tontería, pero se nos puede quedar algún pote en el
fondo de un armario y al cabo de cuatro meses no nos acordamos ni de qué era y
no sabemos si lo podemos consumir o no.
· La
mermelada así preparada se conserva seis meses, en un lugar fresco, seco y
oscuro.
· Aunque
a priori una mermelada no necesita ser esterilizada una vez preparada, porque
el azúcar y el ácido son conservantes, si la mermelada lleva poca proporción de
azúcar (porque la queramos así) o queremos asegurarnos de que se conserva más
de seis meses podemos esterilizar los potes llenos. Los pondremos en una olla
con un paño en el fondo, los cubriremos de agua por completo y los coceremos 10
minutos. Sacaremos los potes de inmediato a un paño o una rejilla, para que se
enfríen con rapidez. Ojo con meterlos en agua fría, porque el choque térmico
los puede romper.
· Los
potes de mermelada abiertos deben guardarse en el refrigerador mientras se estén consumiendo.
· Una
última reflexión: al que macerar la
fruta previamente en azúcar tiene sentido para que salgan los jugos cuando la
fruta es muy seca, así se cuece más fácilmente al principio. Y una observación:
el caso de la mermelada de naranja es algo especial, porque la corteza de la naranja necesita
cocerse mucho más tiempo para cocinarse que lo que en realidad necesita la
mermelada para concentrarse. Por esta
razón a la mezcla se le añade agua al principio, una buena cantidad (que
dependerá de la clase de naranja; hay quien hace esta cocción antes de echar el
azúcar), para que le dé tiempo a cocinarse a la corteza de la naranja antes de
que la mermelada se concentre y gelifique.
· Si
siguen al pie de la letra recomendaciones sobre cómo hacer mermelada un pote pueden durar meses en perfecto estado, sin
necesidad de refrigeración.
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